JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ NAVARRO (ESCULTOR)

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ NAVARRO

Nació en Los Ramos, pedanía próxima a la capital murciana, es ante todo un escultor renovador de signos neobarrocos de abundantes componentes autodidactas, al que le gusta incidir en el tratamiento escénico, sin maestro escuela o academia reconocidos, sus primeros años en el oficio de la gubia trascurrieron entre el dibujo y el modelado en temas belenísticos previos a utilizar la talla en madera, también tuvo que superar la oposición familiar a su vocación.

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Comenzó el arte imaginero y se gano el respaldo de sus próximos y vecinos, ya desde muy joven mostró inquietud hacía el aprendizaje por la talla en madera policromada, sus visitas a talleres como el regentado por don José Sánchez Lozano, o doña Elisa Séiquer, así como el conocimiento de la obra pasional de destacados escultores murcianos fue fundamental para este ya afamado escultor.

Profesó gratitud a Francisco Moreno Galiana, operario especializado en la técnica de los moldes, enlienzado, vaciado y sacado de puntos, aspectos que le servirían para afianzarse en el inicial proceso escultórico.

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Su primer proyecto de envergadura fue en 1982 por encargo de la Cofradía del Perdón de Murcia, en su grupo pasional “Coronación de Espinas” que está ubicado en la parroquia de San Antolín. Su vinculación con la Huerta murciana lo identificó con su tierra en apreciable contraste respecto a las pautas marcadas en las tradicionales escuelas escultóricas como la castellana o la andaluza.

Durante la década de los 80 recibió numeroso encargos pasionales con destino a diversas localidades murcianas, hasta que en 1993 esculpió el Cristo del Despojo, encargado por la Cofradía homónima de Valladolid, así como el paso de la Flagelación para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna de Zaragoza.

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Estamos ante un escultor que en poco tiempo ha llegado a ser uno de los mas cualificados de la región murciana, y que podemos hacer extensible a toda la geografía nacional en la actualidad.

Su honradez y buen hacer le auguran un mas que prometedor futuro a este artista de finales del siglo XX que ha sido capaz de reinterpretar las formas tradicionales alcanzando un equilibrio y acierto expresivo en sus composiciones procesionales.

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